Baghramian’s Misfits series takes its inspiration from the concept of the playground as well as the resonance between interlocking children’s toys and modernist sculptural forms. Rendered in varnished aluminum, marble, and wood, the sculptures evoke the capacity of such toys to fit together, an impression undermined upon closer inspection. The impetus for Misfits arose from the setting of the Galleria d’Arte Moderna, Milan, where the series debuted last summer in a neoclassical villa overlooking an English garden open to adults only when accompanied by a child—a reversal of the usual situation in a museum, where children without adults would likely encounter resistance. Baghramian placed several marble sculptures outdoors on the terrace; as the terrace was considered part of the garden, her sculptures there were subject to the same rules of visitation, with adults unaccompanied by children unable to access them. Indoors, their counterparts in varnished aluminum resided in the villa’s opulent rooms, its large windows overlooking the garden and the sculptures sited on the terrace. In a second presentation at the Paris branch of the Marian Goodman Gallery, an open installation plan conjured the suggestion of an abandoned playground.
Designed by the artist, the Nasher’s presentation combines two of the Paris Misfits with a new work, Misfits P, that includes a sculpture in marble, a material used in the Milan exhibition. Accompanying the sculptures is a photograph from Baghramian’s series Jumbled Alphabet, which replaces the image of a happy child at play in favor of a grumpy, unsmiling girl with disheveled hair. As with the Paris gallery presentation, all visitors are welcome, yet despite their evocation of toys, Baghramian’s sculptures may not be touched, thwarting expectations.
Baghramian’s Misfits offer an opportunity to consider the intersection of play and work in relation to our daily lives, the creation of art, and the spaces we dedicate to these activities. Her installation draws attention to the ways that divisions of space can enforce divisions of other kinds, even as they may provide areas of respite. Questioning the uses of play in our society, especially its role in encouraging assimilation and conformity, the Misfits instead propose moments of unbounded play with no intended outcome, with the likelihood that on some occasions this will lead to moments of frustration as well as release. As Baghramian has remarked, “The sculpture should have the chance to not fulfill expectations.” The same might be said of ourselves, whether artists or viewers, children or adults.
Para celebrar la selección de Nairy Baghramian como ganadora del Premio Nasher 2022, el Nasher Sculpture Center presenta esculturas de su reciente serie Misfits, incluyendo una nueva obra creada específicamente por la artista para esta instalación. Desde la década de 1990, Baghramian ha explorado elementos de la práctica escultórica y de la instalación para crear obras que desafían sus entornos y ponen en tela de juicio los modos de presentación establecidos, así como los contextos sociales, políticos e históricos en los que se basan. Utilizando un vocabulario abstracto que combina formas geométricas y orgánicas, pone de relieve las sutiles conexiones que subyacen a las diversas actividades humanas, a menudo mediante referencias manifiestas u oblicuas al cuerpo.
La serie Misfits de Baghramian se inspira en el concepto de parque infantil, así como en la resonancia entre los juguetes infantiles entrelazados y las formas escultóricas modernistas. Realizadas en aluminio barnizado, mármol y madera, las esculturas evocan la capacidad de esos juguetes para encajar entre sí, una impresión que queda desvirtuada al inspeccionarlos más de cerca. El ímpetu de Misfits surgió del entorno de la Galleria d'Arte Moderna de Milán, donde la serie debutó el verano pasado en una villa neoclásica con vistas a un jardín inglés que está abierto a los adultos sólo cuando están acompañados por un niño, al contrario de la situación habitual en un museo, donde los niños sin adultos probablemente encontrarían resistencia. Baghramian colocó varias esculturas de mármol al aire libre en la terraza; como ésta se consideraba parte del jardín, sus esculturas estaban sujetas a las mismas normas de visita, y los adultos no acompañados por niños no podían acceder a ellas. En el interior, sus homólogos de aluminio barnizado residían en las opulentas habitaciones de la villa, con sus grandes ventanales con vistas al jardín, y las esculturas situadas en la terraza. En una segunda presentación en la sucursal parisina de la Galería Marian Goodman, un plan de instalación abierto evocaba la sugerencia de un parque infantil abandonado.
Diseñada por la artista, la presentación del Nasher combina dos de los Misfits de París con una nueva obra, Misfits P, la cual incluye una escultura en mármol, material utilizado en la exposición de Milán. Acompañando a las esculturas hay una fotografía de la serie Jumbled Alphabet de Baghramian, que sustituye la imagen de un niño feliz jugando por la de una niña malhumorada, sin sonrisa y con el pelo revuelto. Al igual que en la presentación de la galería de París, todos los visitantes son bienvenidos, pero a pesar de su evocación de los juguetes, las esculturas de Baghramian no se pueden tocar, frustrando las expectativas.
Misfits de Baghramian ofrece la oportunidad de considerar la intersección entre el juego y el trabajo en relación con nuestra vida cotidiana, la creación de arte y los espacios que dedicamos a estas actividades. Su instalación llama la atención sobre el modo en que las divisiones del espacio pueden imponer divisiones de otro tipo, incluso cuando pueden proporcionar áreas de descanso. Al cuestionar los usos del juego en nuestra sociedad, especialmente su papel en el fomento de la asimilación y la conformidad, los Misfits proponen, en cambio, momentos de juego sin límites y sin un resultado previsto, con la probabilidad de que, en algunas ocasiones, esto conduzca a momentos de frustración, así como de liberación. Como ha señalado Baghramian, "la escultura debe tener la oportunidad de no cumplir las expectativas". Lo mismo podría decirse de nosotros mismos, ya seamos artistas o espectadores, niños o adultos.