Made from walnut and created from 2015 onward, these works reward close looking. The range and expertise of Mosley’s woodworking techniques—carving, chiseling, and joining—are revealed as light shimmers along each work’s surface. From a distance, they stand together and unlock shapeshifting experiences before the eye. Mosley describes his compositional experimentation as the pursuit of presence, “the alchemy of turning something neutral into something alive.”

Jazz infuses the air of Mosley’s studio and inflects his improvisational approach. Unlike sculptors who meticulously plan, Mosley roughly chalks out lines on the surface of logs and then begins hand-chiseling and carving. This slow build-up yields surprises. Solid, monumental forms bend and stretch, revealing themselves as cavernous and delicate. Mosley echoes the context and quotations of jazz, whether by suspending geometric shapes in mid-air like feats of gravity or nodding to the Dogon stepladders of Mali with marks, grooves, and chevrons. From each vantage point, his commanding forms and life-size scale explore space, human existence, and our relationship to nature.

The title of this exhibition takes its name from artist Sam Gilliam’s description of his friend:

He was a jazz critic, post-man, father,
keeper of trees anywhere—
old trees, big trees, round trees, heavy trees.
Thad is not very big,
he is short and close to the ground.
Thad is the forest.

Thaddeus Mosley: Forest is curated by Jessica Bell Brown, Curator and Department Head of Contemporary Art at the Baltimore Museum of Art.

Durante seis décadas, Thaddeus Mosley ha tomado árboles talados cerca de su casa en Pittsburgh y los ha transformado en ingeniosas formas abstractas para crear grandes esculturas, cinco de las cuales se presentan en Forest.

Realizadas en nogal y creadas a partir de 2015, estas obras merecen una mirada atenta. La variedad y la maestría de las técnicas de trabajo en madera de Mosley –tallado, cincelado y ensamblaje– se revelan a medida que la luz brilla a lo largo de la superficie de cada obra. Desde la distancia, se alzan juntos y desvelan ante la vista experiencias que cambian de forma. Mosley describe sus experimentos compositivos como la búsqueda de la presencia, "la alquimia de convertir algo neutro en algo vivo".

El jazz impregna el aire del estudio de Mosley e influye en su enfoque improvisado. A diferencia de los escultores, que planifican meticulosamente, Mosley traza líneas en la superficie de los troncos y luego empieza a cincelar y tallar a mano. Esta lenta construcción depara sorpresas. Formas sólidas y monumentales se doblan y estiran, revelándose cavernosas y delicadas. Mosley se hace eco del contexto y las citas del jazz, ya sea suspendiendo formas geométricas en el aire como proezas de la gravedad o haciendo un guiño a las escalerillas Dogon de Mali con marcas, surcos y chevrons. Desde cualquier punto de vista, sus formas imponentes y su escala a tamaño natural exploran el espacio, la existencia humana y nuestra relación con la naturaleza.

El título de esta exposición toma su nombre de la descripción que el artista Sam Gilliam hace de su amigo:

Fue crítico de jazz, cartero, padre, cuidador de árboles en cualquier parte: árboles viejos, árboles grandes, árboles redondos, árboles pesados. Thad no es muy grande, es bajo y está cerca del suelo. Thad es el bosque.

Thaddeus Mosley: Forest Ha sido curada por Jessica Bell Brown, Curadora y Jefa del Departamento de Arte Contemporáneo del Baltimore Museum of Art.